Buscaba una canción para mi amor,
una más,
una única,
una precisa
una como él: soleada, salada,
dulce como una balada
de repente apareció el tiempo
mirándome con su rostro desangelado de ayer,
melancólico, épico;
de soñar, histérico;
de esperar, anémico;
de no vivir, eufórico;
de no creer, caótico;
no obstante,
irreconocible en su minuto único
de inmediato deshice el desencajado recuerdo
por el instante incomparable de este "ahora" en que
estoy en medio de este universo amoroso
que se recrea dentro del marco
de una banda sonora compuesta para
una historia de amor de mil matices jubilosos
al decir esto,
me subo como espuma voluptuosa,
arrebatada y pletórica de goce
¡qué cosa!
casi pierdo la consciencia de arribar
a la consciencia,
casi omito el darme cuenta
de que hay tiempos que llegan y se instalan
imperceptiblemente,
como la madurez,
como la noche,
como el verano,
como la cosecha,
como este, tan feliz, ¡felicísimo!
en todo el recorrido de su momento
buscaba, buscaba y encontré
la recompensa del tiempo;
la oportunidad para celebrar
el florecimiento del alpiste mutuo;
la revelación de que el presente
es el "por fin" de un momento en que
reunir todas las canciones de amor,
para mi amor,
me es pequeño e insuficiente
y así, en las rutinas de un día ordinario,
también encontré las múltiples
variaciones musicales de mi voz,
voz que ruge, que susurra,
que lagrimea agradeciendo por él
y por la fina y delicada textura
de esta mismísima hora
de terciopelo palpable.
IRMA P.
que se recrea dentro del marco
de una banda sonora compuesta para
una historia de amor de mil matices jubilosos
al decir esto,
me subo como espuma voluptuosa,
arrebatada y pletórica de goce
¡qué cosa!
casi pierdo la consciencia de arribar
a la consciencia,
casi omito el darme cuenta
de que hay tiempos que llegan y se instalan
imperceptiblemente,
como la madurez,
como la noche,
como el verano,
como la cosecha,
como este, tan feliz, ¡felicísimo!
en todo el recorrido de su momento
buscaba, buscaba y encontré
la recompensa del tiempo;
la oportunidad para celebrar
el florecimiento del alpiste mutuo;
la revelación de que el presente
es el "por fin" de un momento en que
reunir todas las canciones de amor,
para mi amor,
me es pequeño e insuficiente
y así, en las rutinas de un día ordinario,
también encontré las múltiples
variaciones musicales de mi voz,
voz que ruge, que susurra,
que lagrimea agradeciendo por él
y por la fina y delicada textura
de esta mismísima hora
de terciopelo palpable.
IRMA P.