Los afortunados compañeros y asociados sentipensantes...
Los privilegiados sensibles buscadores y observadores del detalle y la gracia del punto mínimo de luz del asombro...
Los amantes del ánimo atemperado y del atrevimiento a la mirada profunda en el reflejo más allá de la hondura del agua…
Los emotivos, esos imprescindibles conmovidos...
Los emocionales que no sabotean el salto del pulso y la contracción del músculo más resistente del anhelo...
Los valientes jornaleros, artesanos, obreros de overol blanco, cansados de evadir la suciedad del aire y la violencia de los charcos…
Los silenciosos, los del íntimo ágape...
Los desarmados, los del inofensivo discurso sin ligereza de ignorancia ni prejuicio…
Los alegres y los tristes…
Los de “cielo abierto”, esos generosos dilatados como océanos sin horizonte…
Los que creen en X, Y y Z o, en el sol, en el abrazo, en Dios, en el orden natural de las cosas, en la mirada del gato, en el razonamiento lógico, en el lenguaje inclusivo, en la batuta, en la poesía o, en el amor,
¡BIENVENIDOS!







