En el 2008 esto escribí y así lo escribí:
APENAS SOY UNA SEMILLA...
NO SE QUE NECESITO, NI CUANTO PARA CRECER...
CON UN POCO DE TIEMPO SABRE QUE SOY, QUIEN...
ENTONCES REBOSARE CUALQUIER ESPACIO
Y MI NOMBRE SERA CONTUNDENTE
EN LA MEMORIA DE LOS OJOS...
QUE ESPERAN...
I. P.
Hoy, después de 17 años, desde esa distancia de tiempo y edad, me suenan conmovedoras mis palabras...
Ahora ya no soy una semilla, ahora soy la maduración del fruto. Ahora sé muchas cosas, de todo un poco, lo que hizo falta saber para ser quién soy y para elegir qué saber ahora. Hoy sé que para nada sirve ser pretencioso, que no hay que llegar a rebosar ningún espacio, y que mi nombre es y será una huella no más acentuada que aquellas de las que aprendí y las que amo; es decir ellos, los que hoy son la memoria de los ojos que esperaron. Y claro, debo decirlo, ahora leo un poco más y escribo un poco mejor. El tiempo ha pasado imperceptible y mi ortografía y yo seguimos activas, observadoras y vigilantes procurando no perder de vista la puntuación, el acento, la narrativa y el énfasis en el contenido de la vida.
Hoy, entonces, escribiría aquél texto mío del 2008 así:
POR NACER
Apenas soy una semilla,
no sé qué necesito ni cuánto para crecer
un día el tiempo me dirá qué soy, quién
y entonces, rebosaré mi espacio,
y mi nombre será palabra de gratitud que
sonará contundente en
la memoria de los ojos que me esperaron.
IRMA P.
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