La caja se abrió y cayeron desparramadas todas las fichas del rompecabezas. La imagen es tan lamentable y agotadora que, de primera, arrebata el entusiasmo e incluso, en confesión, diría que la fe. Parece imposible reunir media docena de fichitas para lograr una idea, un inicio, un estímulo. Hay días así, la percepción de uno mismo atravesada por la exigencia, pero al mismo tiempo desparramada, dispersa y perdida; el ser dividido en miles de pequeñas figuritas, el sujeto con los verbos boca abajo y ocultos, apilados unos encima de otros; el individuo sin lugar como sobrante de las formas y del espacio; los hábitos de la mente incapaces de construir, de atinar, de hilvanar, mucho menos entonces, de controlar el paso de ningún hilo por el ojo de ninguna aguja. Así, la creatividad en un caos absoluto, induce a un estado de atolondramiento y parálisis que finalmente se traduce en una pasividad insoportable dentro y fuera del núcleo vital que nos dirige.
IRMA P.