Todo es una frivolidad
en este castillo de ojos vidriosos;
tras el gran portón
las manos golpean sus nudillos
queriendo pertenecer a ese claustro
con servicios y sacrificios
y otras formas de esclavitud nada virtual.
en este castillo de ojos vidriosos;
tras el gran portón
las manos golpean sus nudillos
queriendo pertenecer a ese claustro
con servicios y sacrificios
y otras formas de esclavitud nada virtual.
Las torres parecen miembros erectos
excitados en sus estratégicas esquinas,
avivando una multitud que se pelea el protagonismo
de ser parte de la recámara de un rey que babea.
Todo es una farsa que gozan narcisos y bufones,
todo funciona como reloj en reversa
como espejo de doble fondo y,
la felicidad alcanza tan poca altura
que el conformista la goza arrastrando su frente
seguida del dominio absoluto de sus genitales.
El portón yace tumbado tras la estampida;
afuera ha quedado la minoría
¡la quintaesencia!,
los originales,
los sabios emigrantes de cuatro patas,
los liberados del hartazgo, de disfraces, de apegos,
los girasoles de Van Gogh,
la voz del río,
las palabras de Krishnamurti,
Oblivion de Piazzola y, con más fortuna,
los ojos que hayan visto este texto
como un clarísimo
poema
de amor.
IRMA P.
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"Toda crítica verdadera es un acto de amor".