No aspiro a la cordura, puesto que fue allí
desde donde se lanzó la razón para callarme
desde donde se lanzó la razón para callarme
no quiero del agua, el silencio,
ni de la tierra, su boca contenida
tengo la noche entre letra y letra,
tengo un montón de luces quebradas,
tengo la sensatez a media gana
y algunas ilusiones de luto
pero tengo también una ventana,
una ventana cruzada de amarillo luna,
un reguero de semillas sonriendo afuera
y una sonrisa de pájaros como horizonte
y una sonrisa de pájaros como horizonte
no renuncio por eso a la locura,
puesto que es allí, desde donde me habla
el trigal con frenesí y me convence
limpia su voz, me dice a veces:
"un cultivo de espigas", eso somos,
y una sola espiga, ¡eso es pan!
IRMA P.
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