Pensaba que sería diminuto el tiempo faltante,
no me engañé nunca
aún cuando ya era noche
para cuando nos conocimos
creí entenderlo todo sin renunciar a nada,
soltando todo aquello
que ya no se agarraba de mí
no te hablo desde las ruinas de mi amor,
mi amor no es polvillo,
ni materia conocida;
mi amor es un ojo celeste que te esperaba
para mostrarme el alcance de lo que no se ve
me hizo mirarte con paciencia
y cuando fue necesario
me endureció el juicio
sabes que casi desmoroné el tiempo
con tal de estar uno de sus segundos
abrazada en lo alto
pensaba que sería diminuto el tiempo faltante
para olvidarte, pero,
a mala hora hemos dejado entreabierta la puerta
y un “por si acaso” se ha colado hasta
el umbral de mi nostalgia
qué tiempo hace falta
para verle la cara al engaño...
el problema no es la puerta abierta,
el problema es el dolor engañado
no sé,
no me interesa ya lo que ayer
me corría por la
sangre,
tampoco siento la euforia de los amantes
ni el deseo de la luna de querer
acostarse sobre el agua
pensaba que sería diminuto el tiempo faltante
para sentirme y saberlo...;
no
perdono, que me sigas doliendo.