Doña Hipocresía es una "señora mentirota" que se exhibe en vallas y muros monumentales con vistosas luces de neón; ella está tan aceptada, asumida y empoderada que hasta parece una reina de carnaval reciente o la piadosa bendición de algún santo. De cariño se le han dado nombres distinguidos, sonados, verosímiles, y se le ha puesto a diario en el lugar de los "trending topics" y así, en todas las bocas cuyas lenguas le lamen su trasero a cambio de un beneficio unilateral, así sea rapaz, así sea fugaz. ¡Qué belleza, qué talento!, le va muy bien con la escasez de inteligencia y la pobreza emocional, y es tan exitosa sometiendo a lo real, a lo sincero y lo auténtico -sus opuestos- a la oscuridad y al falso rastro, que este pequeño texto tan comprobable y verdadero, nada tendría de raro que no se le viera como la más intencional de las ironías en su contra.
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