Las personas como los frutos estamos expuestos, durante la vida, a la buena luz o a la buena sombra. Muchos en cambio, solo reciben la acometida del rayo maligno de la deforestación y es así como pierden sus bosques y en consecuencia la posibilidad de frutos sanos. Las personas entonces, se relacionan con lo que se ha alimentado su tierra... Así, las personas como los frutos, somos una transformación y un resultado: De la pulpa amarga, amargo el jugo, de la dulce fruta, ¡adivine!
IRMA PEREZ, La Pillis - 2014
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