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martes, 13 de julio de 2021
De manera imperceptible, un día dejamos de ver ciertas cosas: naturaleza viva y activa, compañeros de plumas, de cuatro patas; campo y cielo abierto, raíces, tréboles, dientes de león a la vista; siluetas y sombras asombrosas, todas las texturas todos los colores; una quebradita, dos troncos abrazados, tres nubes, sólo tres nubes; dieciocho vacas y dieciocho garzas, barbas larguísima de pasto verde..., el olor a hierba; hojas que crugen a carcajadas, aguacates y duraznos voluptuosos y ofrecidos; un caminito, una huella larga de mil huellas cortas, un camino contando la historia por donde va y viene descalza la libertad todo el tiempo.
Ese mismo día, cuando hemos dejado de observar todas esas cosas, de buscarlas y apreciarlas, también hemos dejado de ver que así lo tragamos y que así lo asumimos; entonces se cree que todo va normal, que es lo que hay, que siquiera estamos vivos, que no estamos solos porque estamos rodeados de gente, que somos más valiosos e importantes que los elementos de naturaleza. Y así, inmersos en los hábitos y en el conformismo de lo usual, acostumbrados y amañados en un metro cuadrado, satisfechos con lo que apenas alcanza la mano y el ojo, no nos damos cuenta de que, literalmente, hemos "normalizado" la vida sin cielo y al cielo, sin ninguna vida.
Finalmente y como en todo, siempre habrá quien encuentre este texto sombrío, inclemente, molesto o aburrido, cuando en realidad es un ventanal que ofrece un paisaje de vasto verde con extensísima vista al mar.
I.P.
DE LA VERDAD
Un día te das cuenta,
En algún poema te encontrarás un día, y ese será un lugar para tí, a donde volver siempre.