Tengo atragantado un dolor horrible
como nudo insufrible alrededor del cuello
estoy viviendo la muerte de mi alma y
no puedo morir la de mi cuerpo
tengo un grito acorralado
rayando ahora la pared de mi cordura;
ya no soy yo, yo, lo que era;
en otras manos desapareció el amor que
era el resguardo de todo mi credo
tengo la mirada de agua; el otro, sangre en la mirada;
su látigo ha deshecho en tiras mi esperanza
más que la piel abierta de mi espalda
tengo atravesado el pecho por la belleza de la vida
con un candado sin ranura de llave; pero,
algún designio o alguna fatalidad rompió
perversamente mi sueño...,
lugar donde les vi,
donde me vieron los ojos de los seres que amo...,
los seres que amo...,
los seres que amo que ya no están
tengo amputada la existencia en todas sus
extremidades, y la justicia me condena con cadena
la voz;
me aísla de todo, y al final es lo de menos,
porque ya no huyo de nada, si acaso, de mí o,
de algún aleteo que me recuerde
lo inútil de los intentos de escape
del oscuro cielo de una doctrina que mata todo
y mata al hombre,
aquí,
al otro lado de la libertad de usted.
IRMA P.