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sábado, 30 de mayo de 2020

El tiempo es el agua
que le falta al cuenco
todo me lo he ido bebiendo
sin percatarme de que
cada vez que lo levantaba para beberlo
unas cuantas gotas caían al piso o
se me escurrían de la boca por exceso
de nervios, torpeza o avidez
así fue
ahora, en el fondo del cuenco,
ondulan los segundos de hoy
y de unos pocos días que me faltan
para dejarlo vacío
así que
me lo voy tomando a pequeños sorbos
como cuando la fiesta está por acabar
y no se quiere soltar aquella mirada
o aquel abrazo
cuando todo se termine
y el agua del cuenco se haya consumido,
me iré a caminar por la vereda
de algún río
que llene mis itinerarios con la luna
y todas las vasijas
de donde mi sed conozca su borde
no hay tiempo que sobre
porque, cuando el agua se rebosa del
cuenco, es el tiempo que llora
lo que no ha sido, y no será.

IRMA P.

OJALÁ

Ojalá algún día coincidamos en el tiempo
y nos encontremos con los tiempos de cada uno
a la hora en punto

ojalá algún día nos sentemos juntos y nos contemos
cómo nos descolgamos del hoy
y cuánto nos importó el tic tac del futuro
cuando no se oía

ojalá algún día nuestros tiempos se acompañen,
se tomen un café en los "cuándos" de la amistad
y, ojalá, sí ¡ojalá! en los "dóndes" del amor

ojalá tu tiempo que acaba de pararse a ciegas
al borde de la verticalidad de ese abismo,
resista el vértigo, la náusea, y que..., sólo resista

así también, ojalá que mi tiempo 
termine de leer su carta de salida,
respire otro aire donde no haya
línea de frontera ni polvo distinto al polen de las palabras
y al de las sacudidas fervorosas del pelo de las estrellas

ojalá, entonces, aquí,
-en este lugar desde donde nuestros tiempos se miran:
tú, en la orilla de las nueve y yo, en la de las tres,
y donde me reiteraste con vehemencia 
que llegaríamos mi esperanza y yo,
algún día, a la hora en punto-
aquí,
te espero.

IRMA PEREZ 
Y pensar que hay gente que cree
que nada es gratis en esta vida,
que todo todo se compra o se vende
porque si no, no vale nada
gente que cuenta todo como
si eso mismo le faltara,
que así como cualquier amanecer
da por hecho el oficio de escribir,
y leer lo considera
una abundancia innecesaria
dígame usted,
cuánto cree que vale
una respuesta,
una receta,
un concierto,
la imagen de la vida,
volar,
¡enamorarse!
o no menos, quizás,
este poema
que le ha llegado latiendo
y sin ánimo de lucro.
IRMA PEREZ

No es fácil elegir cuando no puede hacerse desde la apariencia de un discurso "bonito". Los hechos ayudan pero lo desconocido, oculto y manipulado, son oscuridades que no permiten credibilidad, seguridad ni confianza.
Así que, es bueno valerse de otras percepciones que recuerden que las buenas y malas energías existen, y que con un poco de observación y apertura se pueden ver y sentir. Hay que decir que, la energía propia, es la que finalmente siempre está buscando a aquella que la identifica.
I.P.

EVENTOS EN LA VIDA QUE "NOS GRITAN" COSAS


En mayor o menor grado, todos actuamos en la vida y me refiero a actuar, como acto inconsciente. Podría decirse que quizá es un recurso propio del instinto de supervivencia como artificio de ayuda y puerta de salida cuando nos vemos "encartados", en aprietos, en dudas, inconformes, decepcionados, pequeños, perdidos o avergonzados, con lo que realmente somos y con lo que de verdad sentimos. Interpretar un papel profesional y artísticamente es otra cosa y además maravillosa que no sólo requiere vocación pero también un altísimo nivel de sensibilidad y al mismo tiempo de cierto desapego de la propia identidad.
Lo que de verdad sentimos... ¿Alguien lo entendería, eh? ¿Alguien quisiera entenderlo? ¿Quién nos querría por ello..., a pesar de ello?
Todos estamos andando y lidiando cada minuto con un libreto elegido, el que mejor nos va, el que nos da valoración y reconocimiento, el que más gusta, el que más divierte, el que recoge toda la aprobación, el que "por eso nos quieren"... Pero no nos digamos mentiras, ¡qué cansancio! ¡qué absurda carga, qué inútil! Aparentar es un verbo que pesa como la mole de una mentira que contiene otras, y encima, tiene un costo que no lo paga ni siquiera el aislamiento de una soledad perpetua.
No debemos olvidar que la vida es de verdad bella, ES BELLA, pero para la gran mayoría no es fácil la jornada de vivir y menos si nos acompañan ciertos desequilibrios, enfermedades o el consumo de todo lo que puede ser autodestructivo y nocivo, en general.
Yo misma me declaro uno de ellos, sin embargo, no podría compararme con estas personas que han pasado por mi vida, que están, que me rodean, que veo a diario, que admiro, que me acompañan, que amo, que sufren; que luchan cada segundo de cada día, contra tanto demonio que ha alimentado el mundo, contra el desprecio, el abandono, contra la ignorancia sobre tantas patologías, enfermedades y adicciones, condiciones que nadie elige en un principio para sí y porque si, y que han sabido cómo ganarle terreno a las múltiples y ya robustas debilidades del hombre.
Uno no cree que aquellas personas, y mírelas bien, las más receptivas y sensibles, las más entusiastas, las de los apasionamientos, las del desborde emocional, las que traspasan inconformidades, las que tocan los extremos, las que estallan de alegría cuando aman y cuando no aman ¡estallan! Esas personas, las más vulnerables quizá, las que están expuestas a todo fuego y a todo frío, a todo ardor y a todo amor, a todo tiempo y a todo sentimiento, uno no cree, pero son fundamentales, ¡vitales a la hora de vivir! Por eso cuando se marchan, la vida pierde un poco su sonrisa.
IRMA PÉREZ

Ni antes ni después,
la vida es este segundo
lleno o vacío
nada lo compara,
nada lo devuelve,
nada lo borra;
a la hora de la cabeza
en la almohada, lo sabemos
por eso dormimos
y por eso, no dormimos.

IRMA PÉREZ

SUPOSICIONES, Poesía IRMA PEREZ

No expliques la idea,
la técnica,
el momento,
el método,
el motivo

el arte,
cualquier arte,
sólo se entiende sintiendo.

IRMA P.
Aún temiendo que haciéndolo te perdería del todo, te dije la verdad.
¿Qué otra cosa, más valiosa, esperabas de mí?
La Pillis Poetuits 
Un lugar sin nombre,
un lugar perdido en el renglón
de un discurso silvestre,
en la nota del canto del amanecer,
en la última vereda del olvido,
en la brevedad de la chispa

detrás de las orejas de sol

en la melena del agua,
en el rostro maquillado del tiempo,
en el dobladillo de la falda de
este día,
en el verso pálido de algún poema,

en el sueño;

desde la azotea de mis pensamientos,
no hay lugar en el mundo,
en donde pueda
escaparme de mí.

IRMA PÉREZ


AMANECE


Amanece el día y me llama,
me llama con su voz blanca,
con su voz de trino

la diminuta luz abre el espacio,
entran el eucalipto y el pino,
entra el tiempo,
la cosquilla,
la conciencia,
la vainilla

ya no duermo,
ya no quiero

este día amanece
y me llama,
cada segundo me mira.

IRMA PÉREZ


Puede ser un exceso sentimental
arrojándose frenético por
mi sistema circulatorio o
la sofocada nostalgia
abriéndose la camisa de un
recuerdo siempre reciente, siempre caliente o
puede ser el éxtasis goleando arrasador al aburrimiento
desde la espléndida sonrisa de su propio arco o
pueden ser todas las espinas del rosal más hermoso
clavadas en el dedo anular de la mano de un poema o
¡el dedo medio levantado!
desafiante, eufórico, ufanado o
podría ser, esa manía de treparme a la altura del
vértigo de unos ojos fascinantes y
lanzarme desde allí sin arnés en el corazón o...,
puedes ser tú.

IRMA PÉREZ




Poesía, tú,
catarata de versos que
arropas el musgo y las piedras,
no me desabrigues
al punto de la desnudez de mis huesos

soy pez de la sapiencia de tus aguas
y apenas puedo respirar
con las pocas letras que me quedan
en lo húmedo
de mis insondables pliegues y reservas

poeta no soy, cuando siéndolo
me abandonas a la aridez
de vastos espacios en blanco
sin fecundar los incontables verbos
que arrastro a diario, a solas

regresame la continuidad de la lluvia
en este hiato eterno de eufórico crujir,
y has que se pueble de palabras
el océano de agua dulce
a donde vienen tus sedientos
a beber, y yo a escribir,
que es lo mismo

mírame de nuevo, Poesía,
esto es un ruego y el grito es ronco,
evítame el calvario de ser, no siendo,
evítame la boca seca
y vuelve a ponerme al frente
de todo lo que haga falta.

IRMA PÉREZ


Los estoy mirando, siempre los miro. Generalmente estoy en la ventana de enfrente, quieta y absorta, como quien está embelesado con un magnífico hirozonte y no puede retirar los ojos de allí. No hablo del parque de los enamorados o de una exhibicion de fuegos artificiales, tampoco de un paisaje de pintura, ni siquiera de un paisaje natural y exuberante; lo que miro es otra cosa, miro a los obreros, a esos hombres de casco o capucha, de overol o jean, de veinte o de cincuenta años, de mochila o morral, con sus pieles curtidas y empolvadas hasta las pestañas y con sus manos..., sus manos callosas, cuarteadas, secas y con heridas; profundamente sucias las uñas, permanentemente oliendo a pintura, a cemento y sudor su ropa y su rastro.
Los veo en las tiendas de esquina, cuando a medio día entran a comprar su almuerzo que consiste -la mayoría de veces- en un litro de gaseosa y muchos panes o comida "de paquete". Muy pocos sacan de su morral la tradicional coca de plástico con arroz, plátano y lentejas y, cuando lo hacen, suelen compartirla junto con su aguapanela, con el compañero que nada trajo.
Los veo subidos en andamios que cuelgan desde pisos altísimos con apenas un arnés que, a veces parece improvisado, con toda la valentía, sin embargo, de quien se sabe en riesgo y aun así, lleva a cabo su trabajo.
Los veo al sol y al agua, sin una indumentaria digna para el sol y para el agua; empapados por horas, de agua y de sol.
Los veo al final del día, en grupos, esperando transporte o un aventón de algún "comedido" que después, seguramente, les cobrará el favor; y a muchos otros, sin ninguna opción, que se van caminando tal como llegaron -muy temprano- en la mañana.
Los veo. Ellos son los mismos que los sábados a medio día, se retiran "a descansar" hasta el siguiente lunes y que cuando reciben su pago, camino a su casa se detienen a comprarse una cerveza y terminan bebiéndose toda la canasta, aunque sepan que el lunes ha de comenzar con la resaca y una quincena más sin una moneda en sus bolsillos. Pero también están los otros, los de la coca de plástico con arroz, plátano y lentejas, los que aseguran el bocado y el abrazo a su familia; los que nadie ve o que ven apenas como si hicieran parte del paisaje de un orden urbanístico al que se da por hecho el que su realización no involucra ningún sacrificio humano.
A ellos los veo levantar vigas y ladrillos, cortar varillas y vidrios, picar, perforar, estucar, aserrar, pegar, calibrar, subir, bajar, subir, "poner un piso sobre otro", ser la mano de obra de los rascacielos, los recintos, los centros comerciales, los puertos, edificios y casas y, de todos los techos en donde tú y yo, vivimos y pasamos lo más de bueno.
I.P.
Que se sepa que los escritores estamos felices con la oportunidad: La cuarentena "ha devuelto al sediento al río"; ella ha puesto más de un par de ojos asombrados e interesados sobre las letras y, todas ellas debutan, se reestrenan, permean lo intangible, la imaginación, la emoción; al final, ellas reverencian la gracia sobre este oficio y, con mayor vehemencia, el abrazo vitalicio de esa alianza.
No es la gran "buena nueva" en tiempos de pandemia, pero es un hecho que, en medio de todo, no se puede ocultar.
I.P.

PEDIR UN DESEO

Es una casa acogedora,
en el sillón se estira
un recuerdo, y un cojín inspira
conteniendo su forma
todas las luces de la casa
están frías, como si ésa fuera
la casa de la luna
junto a la chimenea,
esencias y leños comparten
diálogos de aromas y fuego
un par de tazas blancas se miran
como dos cómplices,
consumidos y abandonados
en la incertidumbre
la puerta, coqueta,
contrae y dilata su pupila,
aguardando con ilusión
que un vaivén peine sus bisagras
la llave, en silencio y a solas,
espera en la sonrisa de sus dientes
la apertura y el cierre
de aquella casa encantadora;
nada se mueve como
lo hacen las cosas y,
nadie sabrá, más allá
de estas cosas
todo lo que vivieron,
lo histórico,
lo memorable,
lo húmedo,
se lo llevaron ellos dos
al salir
ellos dos lo tienen,
sólo ellos dos
la casa...
¡qué importa la casa!

IRMA PÉREZ, La Pillis

Todo empieza con un suspiro, ese aliento que le hace falta a todo inicio, cuando en el segundo previo, algo ha dejado de ser.
Todo termina con un suspiro, ese aliento que le sobra a todo fin, cuando en el segundo siguiente, algo se respira por primera vez.
Hay que ver, un suspiro, lo que mueve el mundo.

IRMA PÉREZ



¿Qué de ayer, es la ultima hoja del árbol?
la sensación del recuerdo,
llega como una delgadísima y pálida imagen,
proyectada en la faz de algún planeta
por donde no corren ríos ni malas nuevas
nada sucede a los pies
de la transeúnte que soy,
cuando camino por la calle que lleva tu nombre
ayer, fue un lugar que te dí,
junto con un puñado de semillas de mi tiempo
pero hoy,
dudo que de aquella abundancia
hayas guardado un minuto, siquiera,
de mi amor
de ayer, una raíz se asoma 
por encima de los ojos de la tierra
esperando la inminente caída de esa hoja
y en el futuro,
hay un árbol esperando que llueva,
que llueva mucho.

IRMA P.

Nos pasa a todos: Creer que el otro siente tal como uno siente, que habita un idéntico momento y circunstancia a la de uno, que ve la vida con nuestros propios ojos, que todo le sabe como a uno y que por las mismas cosas que a uno, se le eriza la piel. Gran error. Nada más distante de la realidad y porqué no decirlo, nada más estrecho y egoísta de creer. Ya sabemos que el egoísmo es una forma de la ignorancia, y que ésta es la mayúscula carencia desde donde invalidamos la singularidad, autenticidad y particular identidad de los seres que rodeamos y que nos rodean y su acontecer. Así que, según acojamos esa creencia, así separamos "una casa de otra" y, así vivimos.
Por esto es que comunicarnos, compartir y estar con el otro no es un asunto de poca importancia -aunque la rutina y lo habitual caigan como espeso lodo sobre el brillo de todas las cosas- para más, es una dinámica que, como la de la sabia naturaleza, jamás debería darse por hecho, jamás debería asumirse aprendida ni repetida, jamás debería permitir un intercambio pobre de humildad y de auténtica atención o de ambigüedad en la apertura a lo nuevo y lo distinto o, de vacío de asombro y de buen humor, pero sobre todo, permitirse no ser gobernado por la bondad y las directrices del respeto.
No sé, pienso yo... Tal vez la vida consista, entonces, en ir detrás y continuamente de ese milagro.
I.P.

Hay poetas por fuera de los círculos,
autores en anonimato al margen
de toda figura geométrica,
de toda métrica
mirones del espacio,
extranjeros de lo colectivo,
eso que se queda al otro lado
de este "campo abierto"
donde vivo yo
hay poetas obstinados,
gente rara que huye de la gente,
solitarios que prefieren
la "otra cosa" a lo habitual,
gente atorada de emociones,
observadores como búhos,
nocturnos,
invisibles
hay poetas que guardan
la voz cuando escriben,
porque están convencidos de que
"es otra" la voz que
susurró aquellas palabras
saben que se precisa aquella... "aquello",
ese vibrato en la amargura, en la dicha,
esa ronquera en el nudo ciego del verso,
esa agudeza que alcanza a la distancia,
esa compasión con el silencio,
ese tono, cuando al amor le falta el aire o,
cuando todo lo que cansa, sobra;
hay poetas que no pertenecen a nada
y nada les pertenece,
autores por fuera de los círculos,
voces anónimas,
letras sin libros
habitantes de campos abiertos,
en todo caso.
IRMA PÉREZ

De lo imperdonable. De Irma Pérez / Colombia.

Las personas contenemos luz en nuestro interior, la misma que nos contiene externamente.
Las discusiones reiterativas entre las personas, vienen de la oscuridad que genera uno en el otro, o ambos entre sí. Sería contradictorio entonces, una necedad, un rollo patológico, aceptar ese sometimiento a tinieblas y titubeos, adaptarse a esa oscuridad -aunque el ojo pueda- pues finalmente, el que no puede negar que siempre lo está viendo todo desde adentro y claramente, es el corazón.
IRMA PÉREZ

URGENCIA


Amanece
y es urgente verte,
siempre es urgente
esta necesidad se levanta temprano
-antes que yo-
y pone mis ansias
a galopar sin detenerse
amanece,
y en medio del alboroto
que hago con la cucharita del café
y con la punta de mi zapato,
voy intuyendo, penosamente,
a esta urgencia en sala de espera,
y a la enferma esperanza
de “otro día sin tí”
sin precisar cuidados,
desahuciada
amanece,
y todo vibra sin aire como golpes
de tambor en cuero tenso,
y me siento como su única nota:
discordante
y monótona
y sola
ahora me urge, sólo,
que este día termine
para que otra vez
amanezca
con otra premura,
con la misma,
con esta de verte
todos los días,
urgentemente.

IRMA PEREZ 

https://youtu.be/yURm7CHGZOk

miércoles, 27 de mayo de 2020

Si te preguntan por mí,
di que no me conoces,
que por ahí hay unos textos firmados con mi nombre
y una imagen de
ojos como río
siempre yéndose y fluyendo,
siempre otro

di que no me conoces,
eso es todo,
y eso es verdad.

IRMA PÉREZ

En algún poema te encontrarás un día, y ese será un lugar para tí, a donde volver siempre.