A propósito de próximas elecciones presidenciales, a propósito de este mundo, de cualquier cosa; aquí, como en todas partes...
Si llegas al final de la lectura y sientes que estas palabras resonaron en ti de alguna manera, compártelas, por favor compártelas. Que si no, pues la culpa será mía por no saber decir.
La VIOLENCIA es la hija amada de la IGNORANCIA, y el RESENTIMIENTO es su hijo adorado. Esta es la familia del ODIO, sagrado abuelo del mal-parido o la mal-parida cuya herencia es la eterna DESGRACIA de su casa y de su descendencia. Viven dentro de las sociedades del mundo, algunos creyéndose madres o padres de causas y luchas administradas por una fraternidad de acosadores y hostiles, fanáticos de sí mismos. Son del MAL su orgulloso clan de hacedores e intercesores; del BIEN, son sus más rotundos despreciables extranjeros y la perpetua vergüenza de una raza enferma que lo confunde y lo extingue. Salen en televisión todos los días; los medios caen expreso en la noticia que les nombra y ésta festeja su propósito y protagonismo.
Ayer, por ejemplo, esa parentela gritaba su CÓLERA y lanzaba su IRA. La TRISTEZA, atónita, lamentaba la deformación del género y la victoria del MIEDO sobre el descontrol. El AMOR, por supuesto, el no invitado de siempre, apenado por la oportunidad perdida.
La VIOLENCIA, obesa, obsesa. Los DERECHOS HUMANOS, más olvidados que nunca.