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lunes, 14 de noviembre de 2022

SENTIPENSANDO

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Cuando necesites escribirle a alguna persona para celebrarla, felicitarla, animarla y/o expresarle tu amor, sólo cierra los ojos y, por un momento (sin conteo), ¡siéntela!, sien-te-la, y no te muevas de ahí hasta que le percibas cerca, casi presente. Luego, escríbele desde el último enunciado de tu corazón pues, es ahí donde circula la sangre del sentimiento que recuerda y valida el vínculo; ahí está la fibra que ha sido tocada por esa persona y la pulsación que permanece activa y que convoca a las palabras. Desde ahí, entonces: escribe con esa luz, con ese liviano cincel y luego, envía el diamante.
I.P.



SINSENTIDO

 


He tocado fondo
y el fondo no termina,
el fondo es una cárcel redonda
de paredes elevadas
e idénticas perspectivas,
como un cilindro con su único
lado abierto boca abajo
una ventana sin par
muestra sus dientes de cemento
como una foto sonreida de la soledad
dentro de un marco que
llena todo el espacio
y al mismo tiempo, lo vacía
he tocado fondo,
y decirlo es como si hubiera
llegado a algún destino, a algún sitio,
pero hay sitios que no son lugares
y hay lugares que son tumbas en
donde los vivos duermen
para no soñar
he tocado un todo imponente,
inclemente, contundente;
todo se resume al sinsentido
del amor
que no se puede vivir.

IRMA P.


jueves, 10 de noviembre de 2022

DE LO JODIDO DE SER LIBRE


Tan imperceptible la danza del hierro caliente
cuando va rodeando las cabezas de
las ensimismadas aves, lelas ellas
en su minúsculo universo, apiñadas y conformes con
los barrotes bronceados en la piel

yo tengo alas voluminosas y pulmones sensibles,
no quepo en las pajareras y, a veces,
tropiezo con las puertas del campo;
no tengo rama propia
ni calle con nombre que me ubique

cuando sale el sol, siempre me quedo atrás de la
bandada mientras lo observo...
...me gustan las cosas que suceden por primera vez todos los días

así que está jodido, muy jodido,
que renunciar a vivir en cualquier jaula
no me cueste quemarme las puntas de las plumas un poco

pero, soy ave de mirada larga
y en todo tiempo, de corto trino;
amo el nido en el árbol
y el perceptible silencio de una bandada en vuelo libre

en realidad, temo no caber ni en el ancho de las palabras,
pues lo único que me cabe a mí en el pecho
es el cielo.

IRMA P.




 

Hay una parte de su historia
que el hombre no cuenta nunca,
porque si lo hiciera,
todos sus silencios
se convertirían en chicharras.
Dicen que las chicharras
mueren con el estruendo
de su propio sonido.

IRMA P.


 

EN-VEJEZ-SER


Aquello que vemos como el fin de la lozanía, del ímpetu y majestad del
hueso, la sangre y la piel,
conlleva una algarabía silenciosa y una infantil ilusión amansada en su interior;
el intangible anhelo con que avivamos la continua sucesión
del hilo que cose, apasionado y fino, el ajuar de las edades del tiempo

eso es, un avistamiento sin distancia a los saldos a favor y en contra que,
desde la privilegiada condición de "ser vivo" en tránsito y en constante
patrullaje de razonamientos, sentimientos y sentidos,
eventualmente nos ubica
-tras una vida de tenaz sobrevuelo dentro de un mundo subacuático
de cíclicas mareas terrenales-
a un escalón -de paso grande-
por encima de las preguntas que nos hicimos tantas veces sobre el acierto de
los derroteros, la consecuencia de las primeras veces y el sentido vital de todo

eso es, el punto de madurez que,
en-vejez-siendo, conserva rejuvenecida
la intención de movilidad y de deseo y de más;
que detalla perfecto el trazo que dibujamos en el tablero del tiempo
y la huella del mordisco que dimos por gula, hambre o saciedad

eso es, la sustancia activa que permanece, es decir,
la protagonista de la reciprocidad del amor

eso es, la evidencia propia y explícita de los aciertos categóricos que no
ofendieron flora y fauna, pero también, de los errores que, reincidentes,
humillaron la cortesía de las ternuras y tesituras de la especie

eso es, la altura a la que llevamos en justo relevo,
la antorcha palpitante de nuestros presentes antepasados;
la oportunidad de ser ojos de otoño anunciando ascensos de primaveras y,
desde aquel anhelo de ocre sabiduría arcillosa,
prever un invierno de fuego continuado, que atenúe el sobrepeso del frío y
la hipertensión de los estragos

eso es, la gran finalidad de un principio y, el principio de la finalidad;
la tangible lozanía, ímpetu y majestad del primerísimo respiro a la vida,
-sostenido en notas de aire de cortos nombres con la duración de un aplauso-
hasta el término de gracia
de la precisada completitud.
IRMA P.





PARIDAD


Ojalá que el olvido de mí
te llegue mucho antes que la indiferencia
y entonces,
ojalá que mi indiferencia llegue puntual,
justo antes de tu olvido.
Todo, ojalá, sí;
como quien espera que no suceda
la mordida profunda
del inminente adiós impar.
IRMA P.





DUALIDAD

 


De todo, la dualidad es
lo que más me aprieta el cuello
mantener esa soga
suelta, aislada,
lejos del contacto de mi piel,
me ha costado el tiempo
y el lugar
que no me he dado nunca
como aquel globo existencial
de: “ser o no ser”
que siempre bifurca la certeza.

IRMA P.

SENTIPENSANDO

 

Luego de algunas leturas, se asomó a mi mente la siguiente afirmación: "En realidad, pocas mujeres empatizan con sus iguales y se apoyan entre sí"; entonces, de mujer a mujer, me hice la pregunta a mí misma: ¿Lo haces tú? Y la respuesta se dejó sentir como un golpe agudo en el dedo pequeño del pie; imagínese.
Con ese dolor escribo ahora, lo que me corresponde.
IRMA P.



HORIZONTAL



Quiero liso el pavimento
donde pondré el pie
que se adelanta
que ningún bache en el camino
se quede abierto como evidencia de vergüenza,
de abandono o cobardías
quiero llano el camino
de subida o de bajada,
a lo ancho y a lo largo de
las rutas que diseñan el mapa
que
hemos escogido
sin arrugas
el trayecto a andar;
negro, sólo el turno de la noche;
techos azules de algodones rosa;
bordes de frutos rojos sin
plaga de promesas declinadas
o ideas obsoletas de pecado
quiero esta ruta abierta,
horizontal,
cause y causa del presente de los actos,
periplo sin equipaje de rocas;
sin permiso el sol,
sin visa la lluvia
el amor
como único aviso preventivo;
luz que preceda al cambio y a la sorpresa,
claridad que alumbre la oscura calle,
el punto de partida y de llegada a
la vereda de tus brazos o,
a la curva más cerrada de tu beso.

IRMA P.



¿POR QUÉ LOS POETAS “REGALAN” SU POESÍA?

 


No es que me haya sentado a pensar en la pregunta, ni siquiera se me pasaba por la mente el preguntar alguna cosa; fue de repente, sin más y sin menos palabras. Debo confesar, que luego de postearla me quedé con la mirada fija en un “blanco”, divagando mi propia respuesta y sin mucha expectativa sobre la reacción general frente a tal pregunta. “Qué bueno saber qué piensan todos…”, pensé. En cuanto a mí, me esculqué un poco la consciencia, la voluntad, la expectativa, la memoria, la motivación y el ánimo, y no encontré el fondo ni la forma para una respuesta concreta, y mucho menos concluyente. Como sea, me parece que está bien airear de vez en cuando, lo que reposa encogido y sin luz.
Pero bueno, retomemos: ¿Por qué los poetas “regalan” su poesía?
¿Para qué más es? me respondo con la pregunta y, voy más allá:
Desde mi experiencia personal, no me cabe la menor duda que, escribir es un verbo cuya realización sólo tiene sentido, si cumple con su finalidad de emisión y comunicación. Particularmente, creo que la poesía es un género literario que busca cubrir del frío existencial al ser humano; ella es un acompañante liberador y revelador; un facilitador que camina paralelo al acontecer diario, que sabe moverse entre el contraste de los tiempos y los enfoques, y que también sabe “respirar” dentro de cada elemento sin alterar su esencia y su propósito. A pesar de eso, todos sabemos que ella no siempre es bien recibida, no siempre se comprende, no siempre se acepta, no siempre se acomoda y no siempre gusta. Como todo. De ahí que, hay tantos estilos y formas de decir, como brochazos gruesos y delgados hay en la colección del arte universal.
Por otra parte, creo que, escribir poesía no es como patear un balón o mascar chicle; no es tampoco el más elevado de los oficios, aunque, tan relativo es decirlo, como que el lector se imagine hasta dónde se llega cuando se busca más allá de lo visible y de lo palpable; sin embargo, por su trascendencia existencial, espiritual y emocional, me parece que si algo demandara la poesía, sería un lugar en el corazón del hombre, una mirada abierta y respetuosa; una oportunidad de espacios sin tanto ruido; libertad conjugada en todas sus formas posibles, amplitud en la receptividad, desarme y justa estima. Si bien uno puede quedarse con su poesía guardada en un cajón, por la razón que sea, me parece que hacerlo en estos tiempos donde lo que se quiera leer y publicar está a un clic, tiene que ver con la personalidad de quien escribe y sus propios intereses. Muy respetable. Como dijo alguno por ahí, “De todo hay en la viña del Señor”. Pero, en cuanto a mí, yo sí he “regalado” mi poesía -que no es poca- una y otra vez. La he visto irse, dejarse llevar, consolar, animar; la he visto revolver y remover; la he visto contestar, compartirse; la he encontrado en otros ojos, escuchado en otra voz, en alguna historia, en otro idioma, en otro tiempo.
Esta labor como muchas otras, requiere de vocación principalmente, pero también de disposición, responsabilidad, dedicación, entusiasmo, tiempo, entrega y más. Y creo que, si hubiere lugar a una retribución económica como motivación prioritaria, el próximo poema a escribir perdería la “limpieza” que exige su esencia; además, creo que la inspiración estaría permeada por un interés malsano y perjudicial, una influencia externa muy contraria al ideal de libertad y pureza que requiere el sagrado ejercicio de escribir y, lo que es más trágico aún, acabaría siendo representada por un pedazo de moneda que jamás podría cubrir el incalculable y único valor ético y estético que tiene.
Ah!, si con la poesía se consiguiera dinero, cuántas cosas habría conseguido yo; entre otras, como el poder abrazar personalmente y conocer a todas esas personas que a lo largo y ancho de la geografía del mundo me han regalado su tiempo, sus palabras, sus emociones, sus “si” y sus “no” y todas esas cosas maravillosas que se reciben gracias a una honesta y espontánea correspondencia de doble vía. Eso, “retroalimentación divina” le llamo yo, la que considero, hoy en día, como la representación de una parte importante y no negociable de mi riqueza personal.
Otra cosa es recoger lo escrito, ponerlo en un libro con portada y título, y letras en tinta y papel y nombre propio; otra cosa es revisarlo prolijamente, corregirlo una y otra vez, diseñarlo, detallarlo, gestionar su publicación, esperarlo, recibirlo, promocionarlo y venderlo. ¡Venderlo! eso es otra cosa, ¿verdad?
Por salud, por si las dudas, por amor y por favor, LEAN POESÍA.
I.P.



  Biológica, adoptiva... Madre es la mujer que ama como quien cuida con dulce vehemencia una gestación al interior y por fuera de su cuerpo, todos los días y las noches del calendario; de por vida, con su vida y para siempre.

Lo gestado siempre será su espejo, será siempre su amor y la mirada devuelta que no le faltará porque, con el tiempo, se habrá invertido naturalmente la ternura del acunar y del abrazo.
I.P.

 

En qué fatalidad me encuentro
que no avanzo ni retrocedo

a cada lado
tengo un espacio tan delgado
que apenas cabe -de perfil- una hoja de papel
tengo los nervios apuntándome,
intrigantes se confabulan con el silencio
reduciéndome a una mínima sombra,
tan insignificante ella
que desaparece sin que nadie
le haya visto emerger siquiera

nada le hace justicia a mi amor,
tal vez, 
la sublevación logre salvarme de no declararme
cobarde,
sosa,
vencida.

IRMA P.

En algún poema te encontrarás un día, y ese será un lugar para tí, a donde volver siempre.