El mundo y sus munditos,
esos pequeños círculos
en donde siempre reina
un rey sin reina y,
una reina sin rey
munditos como puntos negros
de un cielo nocturno,
que riñen por el brillo y el protagonismo
tras máscaras que se amoldan
según la mentira o la vanidad más viral
el mundo fue lo que cayó
de las manos de ese Newton
que quiso saber, qué quedaría útil
luego de aquel vertical suelazo
pero, por más mejorado
el génesis o que las manzanas
dieran su dulzura y su belleza,
el mundo siempre ha
descuartizado sus bendiciones
caída y pecado
son los reconocidos gusanos,
culpables de la desintegración del mundo,
creencia justificada y precedida ahora,
por esos munditos en cabeza
de una sola mujer
o de un sólo hombre que,
como reyes ególatras
con tendencia al engaño,
van disparados hacia un agujero negro
y en sentido contrario
a nuestro único y absoluto
lugar de origen.