Mi vida escrita como un libro,
día a día,
hoja a hoja,
en renglones cortos
como delgada línea de arena,
que cuentan y develan
las veces, esas veces…,
todas las veces que mi alma
quiso emigrar, y emigró
todo queda allí:
mis espacios,
mis puntos y mis pausas,
mi algarabía,
mi pereza,
mi risa,
mi pierna rota, mi debut,
mi cobardía,
mi escondite,
¡todo lo osada que fui!
queda
el cansancio,
la mala racha,
las primeras veces de todo
y de ellas, las últimas,
las repetidas
queda también
la gran culpa,
la gran duda,
lo indudable,
la búsqueda contínua
mi pulmón izquierdo,
mi mano derecha,
la burla de mi memoria,
los picos de mi sistema nervioso,
el amor a tantos y a tantas cosas,
el recurrente sueño,
ruego,
verso
el rostro mío de la rabia,
todas las flores que respiré,
las bocas mías
el que me amó…
pero, sobre todo,
queda mi silencio,
ese que siempre habló por mí,
voz de tinte rojo
que usó mi sangre
para escribir las noches y los días
de todo
lo que yo
nunca
pude decir.
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