Hay recompensas con las que el amor se pasa de magnánimo; entonces, uno tiene que llorar un poquito para decantar la felicidad que el corazón no alcanza a contener; así es como se desborda -el amor- y se descubre que, en realidad, en algunas ocasiones el regalo puede ser, un par de ojos que no dejan de mirarte con todas las estaciones rebosándose esplendorosamente; virtuosas en su ética, brillantes en su estética y exubernamente florecidas, gracias a las mismas lágrimas de aquel lloro tan dichoso y tan afortunado.
I.P.
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"Toda crítica verdadera es un acto de amor".