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Cuando necesites escribirle a alguna persona para celebrarla, felicitarla, animarla y/o expresarle tu amor, sólo cierra los ojos y, por un momento (sin conteo), ¡siéntela!, sien-te-la, y no te muevas de ahí hasta que le percibas cerca, casi presente. Luego, escríbele desde el último enunciado de tu corazón pues, es ahí donde circula la sangre del sentimiento que recuerda y valida el vínculo; ahí está la fibra que ha sido tocada por esa persona y la pulsación que permanece activa y que convoca a las palabras. Desde ahí, entonces: escribe con esa luz, con ese liviano cincel y luego, envía el diamante.
I.P.
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"Toda crítica verdadera es un acto de amor".