Pensaba hace poco
que no podría volver a escribir un poema;
pensaba en ventanas dejadas abiertas
y sifones con la lengua afuera
me ausenté del pensamiento,
fui obligada -a ciegas-
a sentir el abandono de todas las palabras
fue en ese instante
cuando pude ver esa fisura, ese fino quiebre,
la grieta larga por donde se me escapa
a veces, el aire
era cosa de respirar sin miedo a caer
estrepitosamente, hecha pedazos;
no había opción, pues,
de todos modos y de preferencia,
si en lo supuesto yo fuera una vasija,
siempre sería estruendo
¡siempre!
incluso
estando vacía.
IRMA P.
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