Desapercibido dejamos aquel aprendizaje que, en su momento, convencidos y dispuestos nos implicó paciencia, método y práctica. ¿En qué momento cruzamos la línea del desconocimiento al "saber ya" asumido? Pues esa es una pregunta que hasta podría considerarse intrascendente e innecesaria luego de los retos superados. ¿No es así?
Pues bien, paciencia, método y práctica podrían ser entonces el camino más corto para alcanzar habilidades y experiencia. Curioso: nada como unos cordones bien amarrados para recordarnos lo que no se debe olvidar para seguir caminando sin trabas, sin ampollas y sobre todo, para evitar los retardos y descalabros. Otra cosa es la prolijidad, el cuidar cómo nos quede el moñito y cuánto nos importa apretar, aflojar o asegurar el nudo. Pero ese es otro aprendizaje -no menor- que tiene que ver sólo con el/la dueño/a de las manos, ojalá siempre perceptible -porque lo es- aunque no se crea. Sonará algo frívolo lo que digo pero no me estoy limitando a unos cordones y su función; en realidad, estaba pensando -metafóricamente- en lo mucho o lo muy poco que se nos nota cuánto nos importa la calidad y el esmero en la intención, cuando considerando haber aprendido algo, lo dejamos ver contínuamente, evidenciado a través de los detalles.
I.P.
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