Antes,
"encontrar" era un verbo victorioso,
un logro inmenso de la satisfacción
de buscar, de saber,
de ver y entender,
un triunfo maratónico sobre el tiempo
como ansiosos dedos
recorriendo las páginas
de un directorio telefónico de papel
ahora,
no hay victoria sobre lo que
ya está disponible, superado,
hecho y dado,
sobre lo que no alcanza
a dar una vuelta en el reloj,
como ir a la Patagonia y a Pekín
entre sorbos de una sola taza de café
aterra imaginar lo que será mañana
cuando nada sorprenda y todo aburra,
cuando no quede laberinto
ni acertijo por resolver,
cuando se agote la novedad
y todo quede en "reinicio",
cuando al final de
todas las respuestas,
la última venga a decir
-con victoriosa ironía-
que no obstante todo lo anterior,
"nunca te pude encontrar".
IRMA P.
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