Quien tenga un amigo poeta,
que cuente cómo lleva
sus desvelos,
su genio,
su temblor
cómo hace para contenerse
con sus arrebatos,
sus nervios,
su miedo
cómo sabe
cuándo y dónde va a desaparecer
y porqué no dice nada
antes, durante y después
de su retiro a solas
quien tenga un amigo poeta,
seguramente también tendrá
una buena silla en donde esperarle
las horas y los días que se ausenta,
un buen corazón para perdonarle
las veces y todas las veces que se va,
y siempre pondrá un par de recipientes
sobre su mesa
para beber o comerse juntos
las uvas amargas y dulces
del árbol de afuera
hasta levantar adentro
una borrachera de risa o de melancólica fiebre,
todo, con tal de sacar
al corazón de la hipotermia
quien tenga una amiga poetisa
o un amigo que escriba poemas,
habrá de acostumbrarse a sus delirios,
a no hacerse preguntas sobre sus rezos
y a no extrañarlo en sus silencios
-que es cuando más suele decir-
a verlo parado de cabeza
acumulando sangre,
derramando lágrimas
como si con eso
pudiera vaciar las tragedias universales
o cualquier suerte
si en tu arito de amigos
cuentas con uno de ellos,
tenle paciencia,
un poco más de aguante
que,
aunque su vocación sea ser río
y su cauce ingobernable,
nadie más
escribirá ese poema sobre ti
con todas las letras que le hacen falta
a un sublime poema de amor.
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"Toda crítica verdadera es un acto de amor".