Fuimos novios,
como esos que menciona Manzanero
que sentían mutuo amor profundo
de esos que saben
de qué manera usa el otro,
habitualmente,
la toalla para secarse
y el "con" o "sin" azúcar de su gusto para todo
de esos en los que no cabe duda en
la estrechez de sus acuerdos y sus besos,
de esos pocos que, sin dudar,
por el otro firman dos veces el papel en blanco y
sin censura ni vacilación
emiten rugidos a diario para proclamar
el uso de las libertades de ambos
de esos éramos,
hasta que llegó la dualidad,
la desventaja y ¡la duda!,
y entonces fuimos tres esquinas en
la miserable obscuridad de
una geometría egoísta en su simetría
de repente, dejaste de apostar por nosotros
y empezaste a dudar
sobre cerrar la puerta por donde
entraba frío y salías tú,
cambiaste la mirada y la ocultaste de mí
durante una cuarentena y un día más
la ambivalencia bifurcó el vínculo y,
eso opuesto que yo representaba para ti,
lo archivaste rotulándolo "en duda"
sin duda, en ebriedad emocional te debatías
"de este a oeste", de "esta o-esta" y
pausaste todo de mí
mientras yo corría dolores de tí
así tu mirada fue la duda que mató la canción,
así la indecisión y la flaqueza
te humillaron frente a mis ojos,
al tiempo que yo empecé a rogar, sin ninguna duda,
que por favor, al final,
no me eligieras a mí.
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"Toda crítica verdadera es un acto de amor".