¿En qué momento empezamos a creer que todos no somos eslabones de la misma cadena? Porque, justo en ese momento, ésta se rompió y luego volvió a romperse. Reventada una y otra vez, así hicimos el mundo en que vivimos: un montón de pequeñas cadenitas que no alcanzan a ser argolla para un dedo.
IRMA P.
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