Cuando "nos rompen el corazón", lo mejor que podemos hacer es aprender o desaprender de esa desgarradora experiencia. De no ser así, el daño es doble, progresivo y de los peores pues, no sólo andaremos rotos por la vida -quizá rompiendo otras cosas- pero también estaremos condenando a la desolación a nuestro amado órgano vital por no haberlo recogido, acogido y restaurado previamente. Uno anda como muerto en ese desamparo, uno sólo es instinto, hábito, inconsciencia y, uno no puede volver a amar, lo que es, la incapacidad humana de mayor desgracia.
I.P.
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"Toda crítica verdadera es un acto de amor".