¡Es mujer!
le han dicho a la mujer que me parió,
que no soy hombre
sí, mujer,
es decir,
la ternura de la cáscara del durazno
y la esperanza de los troncos milenarios,
el viento que levanta fuego
y la brisa que apacigua ardores
pelusa,
lija,
encaje,
dobladillo,
alcancía, vacía, de todo me lleno
soy la luz de la luna creciente y
el preludio de su llenura,
y mis contracciones
son el arrebato de los arreboles
soy húmeda y refinada sal en los
pliegues y en los contornos
de mi universo reservado
pacífica caída de agua
tras la apariencia,
en el centro vivo
todas las revoluciones
soy un laberinto en mis adentros,
y en mis bordes
soy cóncavo acomodo,
encuentro y distancia soy,
el punto entre la nada y las flores
soy la prisa de la gacela
cuando me llaman,
cuando no me esperan
soy silencio de cuna vacía
soy
vasija,
capullo,
ojal,
origen,
fin, si quiero
la compañía, también soy,
el cobijo de todos los fríos y,
cuando caen las pestañas
soy la soledad aglomerada
soy la soledad aglomerada
soy mujer, y no soy hombre,
porque de ellos soy
el misterio,
la luz,
la locura
soy el perdón,
el olvido de todas las cosas
pero también soy la memoria de
la concha sin su perla
soy el aroma del tomate y
la cebolla a fuego lento,
el deseo adherido
en los dedos conocidos
soy ese encuentro de las olas
con su amante orilla,
mordida,
lamida a todas horas
soy la colorida hamaca en
el balcón de las palomas ausentes,
el cuerpo adolorido
en interminables calendarios y,
mis pezones son
los ojos de mi debilidad
soy la corbata,
la soga,
el cordón,
el fino hilo de la vida;
la llama y la vela,
habitante y casa,
la cueva que guarda
calores innombrables y,
soy toda la sensibilidad
del amor de los poetas
soy madre,
núcleo,
recurso,
procedencia y principio,
el todo y la nada,
la vida,
hasta la muerte.
IRMA P.
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