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martes, 4 de enero de 2022

DEL AMOR QUE ME HABLA


El amor,
majestuoso y espléndido en su todo,
bello y grato como nada,
me está mirando sin titubear
desde un cristal sin pizca de rocio que obnubile;
se me acerca de frente, me levanta y,
sosteniéndome en sus brazos estrechamente,
me dice:
aquí estoy,
llego a ti y para ti,
auténtico y abundante
en lo más elevado de mi gracia
soy
ese hombre que hoy
reverencia tu madurez con la suya,
que se puso delante de ti
desnudo y completo
para que lo vieras completo y desnudo
como siempre lo soñaste
yazgo
en el pergamino cuyo manuscrito
siempre te ha señalado
el "para qué" de las vueltas del sol y
el "cómo" y el "cuándo"
del noviazgo entre las causalidades
y las coincidencias
estoy
frente a los ojos crédulos de
tu corazón enamorado,
es decir, en ti,
es decir, en él, como tú en sus ojos
te recompenso cada vez que
soy en ese hombre
-a través de un ser amante y amoroso-
con mis tiempos y formas
sin condicionamiento, juicio ni finitud
vivo
en la confianza de los lazos que
él anuda día a día a tu alrededor;
en la humildad de su principado,
brillo de su corona;
en el beso con que te besa por detrás
de las rodillas de tus debilidades;
en la paciencia con la que te espera, la que te enseña
voy
en el fino tacto con el que él hila
el erotismo de su poesía con la
que delicadamente arropa tu deseo;
en el sabor frutal y almibarado de su compañía;
en el aroma blanco de sus
amaneceres en cajitas de regalo;
en el sonido despeinado y
magistral con que te mece;
en la fuerza redonda de su ternura,
tan femenina en su masculinidad
existo
en el rojo apasionado de sus sentimentales ojos marinos,
en las deliciosas tonalidades del acento de su voz,
en sus silencios mesurados y sus nutridos diálogos,
en la algarabía de su impulso
para hacerte reír como cascada
¡permanezco!
-mujer de ese hombre tuyo-
celebra mi llegada y mi estadía,
sé mi anfitriona y dispón dos copas
sobre los manteles de tu casa;
sin titubear, sirve el vino en ellas y
junto a él, confiadamente,
ponme su nombre en tu boca.
IRMA P.



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