Imposible dar la brazada en el cemento,
no advierte aún lo estrecho de esa trampa
y yo me rehúso a ser
el alcance de su próxima excusa.
Avanza tambaleando su existencia
a lo profundo de ese mar alicorado,
vaso oceánico en donde sumerge
todos sus "si" y todos sus "no";
vasija porosa y sin asas
por donde sus flotantes sueños
se cuelan irreversiblemente
hacia pozos de ebriedad y tufo.
Yo puedo dejar caer el vaso
sobre mis pies despiertos,
beberlo a fondo y aguantar la nausea
como si fuera agua sosa
culpable del aburrimiento,
estrellarlo contra las rocas
y ponerme de frente
para que me reboten sus filos,
tragarme el vidrio que, hipócrita
le besa a cada rato la boca, que le oculta todo,
como la dulce sonrisa del amigo doble que invita.
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"Toda crítica verdadera es un acto de amor".