Querida Poesía,
no puedes negarme
que tu salida de puntillas para no despertarme
te funcionó perfectamente.
Y no es que apenas ahora te haya echado de menos,
llevo días esperándote en la ventana
por donde siempre te veo venir,
entra por allí el viento helado barnizando los metales
y la madera en donde pico la cebolla,
entra incluso
el polvillo que levantan dos pies que andan con pereza,
también se filtra algún aroma
desprendido de los verdes y los marrones
y alcanzan a perfumarme
o a erizarme la piel
como un delicioso "deja vú"
y aun así, ni siquiera
te percibo cerca.
No puedo creerlo,
a veces me aturde la duda
cuando a media noche
como un sueño surrealista
apareces tibia en alguna frase
susurrada por un eco noctambulo,
pero a la mañana siguiente
nada se parece a un verso, a un poema
y entonces
el techo de mi habitación
declara un día más
de blanco el papel
vacío de ti
olvidado de ti
y de todo lo que pudieras decir
si tan sólo regresarás
y me lo pidieras.
IRMA PÉREZ, La Pillis - 2015
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