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sábado, 20 de febrero de 2021

DEL AMOR QUE SE LLEVA A SOLAS

A veces, uno se enamora,
sólo uno,
entonces uno se queda
con una sonrisa estúpida en el rostro,
con una mueca que se acentúa
cada vez que uno recuerda y disimula
mientras se aguanta la histeria
de un músculo que quiere torcerse
y, todos los motivos para llorar
uno sabe,
la vaina es incontenible,
el desconsuelo del amor solitario deforma
y no se conforma con el declive y desahucio
de una ilusión tan divina
se llora porque se llora,
porque nada duele más
que despedirse de todo,
del otro y de todo su todo;
porque se teme por el amor que se siente
que no encontró orilla para sus olas
ni halló oído para su coral
uno se enamora, sólo uno,
y luego la garganta se va llenando del tremor nervioso de la queja,
de los ruidos destemplados del
corazón roto
por el interminable desfile de
palabras
que se quedaron sin decir, sin escuchar,
huérfanas del beso y lo besado
uno no piensa pero, es mejor
dejarle al silencio
que se encargue de palearle
las rabietas al dolor,
de estrangularlo antes del
disimulo del grito
porque,
aunque uno sabe que
ninguna emoción se completa
sin hacer sonar el cuerpo,
en cuanto al amor que se lleva a solas,
no hace falta tener lágrimas en los ojos
para saber que se está llorando.
Irma Pérez


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