Todo está escrito con lápiz,
en la mano del último optimista
un borrador de nata
se dispone a hacer lo suyo:
borrar el error
en la mano del último optimista
un borrador de nata
se dispone a hacer lo suyo:
borrar el error
sonrojado, mira el papel,
pasa por encima del grafito,
lo muele,
deshaciéndose con las evidencias
pasa por encima del grafito,
lo muele,
deshaciéndose con las evidencias
poco brillo encuentra en el trazo
pero, es por mucho, ¡mucho!
que lo ve salvable
pero, es por mucho, ¡mucho!
que lo ve salvable
sabe que el resto
son perforaciones con fondo,
baches enormes en donde
la sal, no marina, en abundancia,
humedeció el papel y rompió
el recuerdo hasta el olvido,
hasta la ilusión imposible de creer
que la historia de un país
no tiene memoria que la cuente
son perforaciones con fondo,
baches enormes en donde
la sal, no marina, en abundancia,
humedeció el papel y rompió
el recuerdo hasta el olvido,
hasta la ilusión imposible de creer
que la historia de un país
no tiene memoria que la cuente
pero todo está escrito,
y la geografía del papel está colmada
de interrogantes, exclamaciones
y puntos suspensivos;
y la geografía del papel está colmada
de interrogantes, exclamaciones
y puntos suspensivos;
el último optimista lo piensa,
suelta el borrador,
pasa la hoja,
acude a lo indeleble:
¡sangre en sus plumas!
suelta el borrador,
pasa la hoja,
acude a lo indeleble:
¡sangre en sus plumas!
con ellas, la continuidad escribe,
lo que no es un boceto de la vida.
lo que no es un boceto de la vida.
IRMA PÉREZ
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