Aprender a manejar una nueva herramienta, requiere de tiempo, disposición, entrega y concentración; de todo el temple de la paciencia y de todo el posible desgaste de la voluntad cuando no se acierta. Aguantar ampollas, heridas, calambres, conocer dolores nuevos, probar, probarse, aceptar que no se puede tirar al piso, soltarla, abandonarla ni remplazarla. Asi pues, en el proceso del aprendizaje de esa herramienta, facilita entender que, para poder seguir avanzando y continuar, habría que llegar primero a la compresión -con ella en la mano- de para qué es que se nos ha dado ESA, exclusivamente, y no otra.
IRMA PÉREZ, La Pillis
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