Poesía, tú,
catarata de versos que
arropas el musgo y las piedras,
no me desabrigues
al punto de la desnudez de mis huesos
soy pez de la sapiencia de tus aguas
y apenas puedo respirar
con las pocas letras que me quedan
en lo húmedo
de mis insondables pliegues y reservas
poeta no soy cuando, siéndolo,
me abandonas a la aridez
de vastos espacios en blanco
sin fecundar los incontables verbos
que arrastro a diario, a solas
regrésame la continuidad de la lluvia
en este hiato eterno de eufórico crujir,
y has que se pueble de palabras
el océano de agua dulce
a donde vienen tus sedientos
a beber, y yo a escribir,
que es lo mismo
mírame de nuevo, Poesía,
esto es un ruego y el grito es ronco;
evítame el calvario de ser, no siendo,
evítame la boca seca
y vuelve a ponerme al frente
de todo lo que haga falta.
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