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martes, 20 de noviembre de 2018

INSTRUMENTO DE GUERRA


Como si tú pudieras ser el arma
que termine con la guerra
se me ocurre convocarte en medio 
de este ruido insoportable:
¡música, querida música!
suena, suena alto,
retumba desde
los parlantes del cielo
reúne a tu orquesta a lo largo del planeta
y cae sobre nosotros
como bombazo fulminante,
revienta los tímpanos para
no escuchar otra cosa
ciérranos los ojos y oblíganos
a mirar hacia adentro,
a cerrar la boca para
no hablar
no predicar
¡no pregonar nada!
que todo se zarandee para
que se caiga todo lo que esté suelto,
y se suelte, todo lo que tiene
que caer por exceso de peso
¡música, querida música!
manifiesta tu potencia,
tu influencia,
el poder de tu efecto
enciéndete y alborota a los dioses de
otros dioses dormidos,
despiértale a todos
con un agudo de cigarra
y señálales en rojo
el saldo de la vergüenza
el de los sueños pendientes
y las promesas sin cumplir
revienta las cuerdas de los violines
con el énfasis de un suplicio
y luego, rómpele el cuero al tambor
con el mismo de la mano
que sin descanso lo golpea
pídele al bandoneón
que afine su voz
y, en un gemido largo, que
libere los tonos que sollozan
desde la entraña de su fuelle,
aquel, que llorando su nostalgia
decanta toda la tristeza
desbordada del mundo
¡música, querida música!
como si tú pudieras,
tú, amiga del amor y
enemiga de la guerra
¡suena!
rompe todos los cristales,
la obscenidad del ruido
que ahora mismo
nos urge exagerar
en el vulnerado deseo
de vivir en paz.
IRMA PÉREZ

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