Como si tú pudieras ser el arma
que termine con la guerra,
se me ocurre convocarte en medio
de este ruido insoportable
¡música, querida música!
suena, suena alto,
retumba desde los parlantes del cielo
suena, suena alto,
retumba desde los parlantes del cielo
reúne a tu orquesta a lo largo del planeta
y cae sobre nosotros
como bombazo fulminante,
revienta los tímpanos para
no escuchar otra cosa
y cae sobre nosotros
como bombazo fulminante,
revienta los tímpanos para
no escuchar otra cosa
ciérranos los ojos y oblíganos
a mirar hacia adentro,
a cerrar la boca para
no hablar,
no predicar,
¡no pregonar nada!
a mirar hacia adentro,
a cerrar la boca para
no hablar,
no predicar,
¡no pregonar nada!
que todo se zarandee para
que se caiga todo lo que esté suelto,
y se suelte, todo lo que tiene
que caer por exceso de peso
que se caiga todo lo que esté suelto,
y se suelte, todo lo que tiene
que caer por exceso de peso
¡música, querida música!
manifiesta tu potencia,
tu influencia,
el poder de tu efecto
manifiesta tu potencia,
tu influencia,
el poder de tu efecto
enciéndete y alborota a los dioses de
otros dioses dormidos,
despiértale a todos con un agudo de cigarra
y señálales en rojo el saldo de la vergüenza,
el de los sueños pendientes y
las promesas sin cumplir
otros dioses dormidos,
despiértale a todos con un agudo de cigarra
y señálales en rojo el saldo de la vergüenza,
el de los sueños pendientes y
las promesas sin cumplir
revienta las cuerdas de los violines
con el énfasis de un suplicio y luego,
con el énfasis de un suplicio y luego,
rómpele el cuero al tambor
con el mismo de la mano
con el mismo de la mano
que sin descanso lo golpea
pídele al bandoneón
que afine su voz
y, en un gemido largo,
que afine su voz
y, en un gemido largo,
que libere los tonos que sollozan
desde la entraña de su fuelle,
aquel que, llorando su nostalgia
decanta toda la tristeza desbordada del mundo
desde la entraña de su fuelle,
aquel que, llorando su nostalgia
decanta toda la tristeza desbordada del mundo
¡música, querida música!
como si tú pudieras,
tú, amiga del amor y enemiga de la guerra
¡suena!
como si tú pudieras,
tú, amiga del amor y enemiga de la guerra
¡suena!
rompe todos los cristales,
la obscenidad del ruido que, ahora mismo,
nos urge exagerar
en el vulnerado deseo de vivir en paz.
la obscenidad del ruido que, ahora mismo,
nos urge exagerar
en el vulnerado deseo de vivir en paz.
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